viernes, 19 de junio de 2015

Palabra CONTRALUZ, y frase de CESARE PAVESE

¡Queridos lectores!

Llegamos con un poco de retraso pero seguimos al pie del cañón. Esta vez, con los Latidos de Junio, os traemos nuevas creaciones gracias a la palabra "Contraluz" y a una frase de Cesare Pavese de su poemario "Trabajar Cansa". 

¡Esperamos que os gusten!

+Contraluz:

Vista o aspecto de las cosas cuando se miran desde el lado opuesto a aquel por el que están iluminadas.

DESLUMBRADO

Fui deslumbrado por un halo de luz
que en mis retinas hizo estragos,
no supe ver donde empezabas tú
y donde acababa lo inhumano.

Fui deslumbrado
y mi pecado tenía tu nombre,
ya deforme, en los pliegues de la voz
de lo que la oscuridad absorbe.

En medio de todo
ahí estabas tú,
distorsionada,
a contraluz.

-Eduardo José Villanueva-


CORAZÓN A CONTRALUZ

El sol de la mañana gritaba con fuerza, arrasaba las sombras con sus ardientes caricias, cegaba con su luz cualquier retina que quisiera vislumbrar con ojos hambrientos ese nuevo amanecer.

Me asomé a la ventana y su resplandor me hizo temblar, achiné mis ojos en busca de oscuridad y de una pequeña tregua para prepararme. Miré hacia el colchón y tú estabas allí, dormido. Tu respiración serena y acompasada con los latidos de tu corazón. Tu cuerpo desnudo bajo las sábanas, que apenas lo ocultaban, brillaba con una tonalidad anaranjada que hacia resplandecer tu nívea piel.

«No eres solo sexo» pensé.

Y tras un suspiro de mis labios, que empañaron por un momento el cristal moteado por los residuos de la lluvia de la noche anterior, decidí sincerarme conmigo misma y dejar de mentirme.

Posé mi corazón sobre mis manos, lo soplé infundiéndole ánimos para hablar, lo así entre los dedos pulgares e índices y lo alcé para que los rayos del sol lo calentasen.

Al divisar las moléculas de polvo que deja a su paso la claridad, ocurrió. Fue al ver mi propio corazón a contraluz, cuando realmente me di cuenta de todos los sentimientos que dormían regazados dentro de él.

Ya no había rastro de viejas heridas, no había gotas de sangre y dolor derramándose por las aberturas, las cicatrices habían sido pulidas y por más que intentaba divisarlas no lograba encontrarlas.

Entonces recordé tu saliva ardiente erizando mi piel, el néctar que desprende tu lengua al enredarse con la mía, los susurros de tu voz grave. Las suaves, y a la vez salvajes, caricias de tus manos, nuestros cuerpos jugando libres bajo las sábanas, tus ojos mirándome como si fuera un diamante especial, mis sonrisas carcajeando al compás de tus sonrisas, nuestros latidos, gemidos y suspiros latiendo en una misma melodía.

Y al visionar de nuevo mi corazón a contraluz fui consciente de todos y cada uno de mis anhelos, de mis sueños, de lo que era y lo que podía llegar a ser y que solo lo conseguía estando a tu lado. Me percaté de que desde que tú apareciste en mi vida, ya no era esa muñeca rota, melancólica y nostálgica del pasado que dibujaba con rímel una pequeña lágrima bajo sus pestañas. Desde que tú apareciste en mi vida las sombras se fueron disipando, dejando solo una espesa niebla que ya no me martiriza, y que por el contrario me cobija, me abraza y me regala calor.

Y al visionar detenidamente mi corazón a contraluz, me di cuenta de que este había dejado de ser solo mío para ser en parte tuyo. 

-Octubre-


 +Frase:

“Ese hombre que transita todo el día las calles, no es ya un muchacho ni escapa de casa”. -Cesare Pavese- Poemario: Trabajar cansa.

CUALQUIERA

Ese hombre da la impresión de estar mimetizado con el entorno gris y monótono que envuelve sus días. Se ha ido convirtiendo en una pieza más del engranaje que configura su entorno. La forma que tiene de caminar no es la propia de una persona que huye pero tampoco lo es de quien ha encontrado su lugar. Vaga por los parajes de siempre: Podría recorrer el itinerario con los ojos cerrados y, en cambio, aunque los tiene abiertos, no presta atención a lo que le rodea; ni a las previsibles acciones que, una y otra vez, suceden, ni a las pequeñas y tenues sorpresas que depara cada ocasión.

El pasado es, para ese hombre, un viejo edificio, en el cual las obras siguen paralizadas aunque un cartel anuncia una futura remodelación. El futuro es, por otra parte, algo a lo que no dedica tiempo, sueños ni esfuerzos. Podría decirse que vive amarrado a un presente que no ofrece alternativas. No hay peligros ni riesgos, de la misma manera que no existen frustraciones, ni gozos, ni engaños. Vive la vida como si la carretera por la que avanza fuese el único camino posible.

Una tarde reaparece en su vida algo que tenía olvidado. Ese algo frena sus pasos. No es capaz de andar. Desea escapar, pero permanece paralizado. Piensa en gritar, pero sonríe. Se siente solo. Siente que la soledad estará siempre a su lado y, aunque quisiera luchar contra ella, la impotencia y, sobre todo, la férrea certeza de ser inferior al monstruo al que se enfrenta, frena el impulso que le arrastraría a combatir. Se siente solo. 

La noche cae y derriba el atardecer. La lluvia entra en escena. Los escaparates cierran. El mundanal ruido, lentamente, corre sus cortinas. El hombre continúa allí. El miedo se marcha y ese algo que tenía olvidado queda diluido entre las paredes del aire. Ahora sí está solo, completamente solo. Reanuda los pasos y transita las calles. Ni es ya un muchacho ni escapa de casa. 

-Eduardo José Villanueva- 


ESE HOMBRE

Ese hombre que desde que amanece cierra la puerta dejándolo todo atrás. 

Ese hombre que transita todo el día las calles, no es ya un muchacho ni escapa de casa.

Simplemente es un alma errante que se siente muerta en este mundo de vivos. No siente que su casa sea un hogar. Agotado por las prisas, por el sinsabor de su propia existencia, por el paso de los minutos que trasiegan acelerados sin producir nada que recordar.

Es un hombre solitario que busca desesperadamente un poco de luz en medio de la oscuridad. Que busca con ansias enfermizas una señal que le impida cortarse las venas o tirarse desde el precipicio más alto que encuentre.

Por el momento siempre consigue hallar algo que le recuerde su infancia, o los buenos momentos que vivió tiempo atrás, cuando gracias a las inocencia todo era más colorido, más bonito, más palpable; cuando gracias a sus amantes tenía cosas en su vida por las que suspirar.

Ese hombre que transita todo el día las calles, no es ya un muchacho ni escapa de casa, y el día que no consiga desmembrar las umbrías verdades que rajan el alma, se suicidará.

-Octubre-


¡Un abrazo y gracias por leer!

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